domingo, 18 de abril de 2010

octogenario

Ya me di cuenta hace tiempo. Mi edad cronológica no condice con mi edad de "espíritu", si consideramos a esta última la que se toma de acuerdo a un parámetro estadístico en los jóvenes contemporáneos. Dame un café, una película, frío y compañía/buen libro y seré feliz. Así que este soy yo, salvo por la diferencia de que nunca seré -mínimo- rubio como Brad... y no conozco ninguna Daisy, aunque no me negaría.

Este finde lo pasé entre pastillas (varias), tos (en extremada cantidad y de diversos tonos), pañuelos Elite (medidos en cajas), sesiones de nebulizaciones (otras tantas) y un promedio de 5 litros de agua por día. Y no la pasé mal. Pasé mi tiempo entre estudio y películas, sueños de viajes en vías de concretarse y descansos totales, cuidados y cuidadas. Y pensé. Y me pensé. Y quise escribir acá mismo antes, pero la represión me copó. Así que acá estoy de vuelta, con Benjamin Buttom en mi blog. Mucho gusto.

Vi "Cuando Harry conoció a Sally".
Volví a encantarme con "Grandes Esperanzas".
Aprendí algo sobre lo Educacional y lo Sanitario.
Se viene el gran ciclo Cine para Expandir Conciencia, mucha felicidad.
Hice balances. Me despedí de la susodicha (psíquicamente hablando, creo que estoy cerca de darla por concluida).

Necesito grandes dosis de Freud y de Allen.
Más psicoanalista que nunca.
Más político que nunca.
Retorno de lo reprimido.

¡ SOY OMINOSO !

miércoles, 7 de abril de 2010

GRACIAS

a la catarsis, al fluir de la conciencia, a los saberes formales e informales, a la compañía silenciosa, al tiempo en relojes de arena destornillados, al frío cordobés, al bi-año, a las ganas.

martes, 6 de abril de 2010

Estaciones

Nos encontramos en los albores del VERANO. Uno en el que desvelamos los nombres y una que otra imagen por el espacio cibernético. Uno en el que dicho significante otorgado al nacer (e incluso antes) fue el disparador de infinitas imágenes hipotéticas en el que todo era posible. El calor incentivaba la recreación, la lejanía favorecía la producción y el deseo alentaba la búsqueda. Así pasaron varias semanas hasta que por arte del destino, se cruzaron los caminos (de manera tan causal/casual). Así juntamos las vías del tren para buscar un destino, sino común, similar. Y de esta manera dimos paso a un OTOÑO, uno donde la ironía del destino se hizo tan fuertemente notar, y el maquinista buscó dividir las vías en cuestión. Así intenté rescatarte, sobre todo en mi mente, para manipular (quizás maquiavélicamente) la cuestión... cualquier mala intención, discútanlo con mi inconciente. Así, la estación encargada de deshojar los árboles y teñir la ciudad de un marrón artístico, fue la encargada de hacer el trabajo fino citado. Así entramos al INVIERNO, donde te miré desde la vereda del frente y fui testigo principal de tu destino... y del mío. Así transcurrimos por los fríos meses, entre sospecha, mirada y relampagueo furioso. Pero nada más. Ya se dijo que a uno hay que culparlo por lo que hace... y nada. La PRIMAVERA no se diferenció del Invierno nada más que en unos cuantos grados centígrados de mas, pero el resto se mantenía en la normalidad, la maldita normalidad. Hasta el otro VERANO, en el que las vías se descarrilaron, el maquinista se descompuso, y la ciudad entró en caos... y yo en pánico escénico. De vuelta al mismo rodeo inútil, de vuelta a las puertas cerradas, a los abrazos monosingulares. De vuelta a lo mismo. De vuelta al.. mascullar? Y ahora, de nuevo las vías se descontrolan, todo a la locura, a la mala locura. La única que conozco, al menos al momento.
Todo esto entre ambos. Sin que lo percibas. O que maliciosamente lo hagas.
Perdón. Esta entrada puede ser eliminada.
Pero no pueden negar cierta belleza literaria, verdad?


Se llamaba Soledad y estaba sola/ De Esperanza no tenía más que el nombre/ Se llamaba Inmaculada aquella puta